viernes, 20 de marzo de 2020

Empirismo

Por Daniel Galarza Santiago.
"Hay una gran ironía aquí ya que históricamente fueron los racionalistas (Platón, Descartes, Spinoza, Leibniz) quienes tuvieron la visión de un universo conocible, de leyes que gobiernan todas las partes del todo, de un todo unificado, de mentes hechas para conocer este universo, que es esencialmente la visión actual de la ciencia. Por otra parte, la visión de los empiristas (Locke, Berkeley, Hume) de las percepciones subjetivas que limitan el conocimiento, de la necesidad de fe para creer en algo más allá de las percepciones inmediatas, de mentes incapaces de saber mucho de nada, de un terrible escepticismo, es la visión de la anticiencia." Robert Todd Carroll.

El empirismo filosófico sostiene que la verdadera fuente del conocimiento es la experiencia. Se trata de una familia de teorías del conocimiento que aseguran como tesis básica que el contacto directo con la realidad a través de los sentidos es la principal (si no la única) manera de conocer dicha realidad. El empirismo filosófico es opuesto al racionalismo filosófico. La doctrina empirista se identifica con los filósofos ilustrados, principalmente con John Locke, George Berkeley y David Hume, posteriormente con el positivismo en el siglo XIX, y el positivismo lógico en filosofía y el conductismo en psicología a inicios del siglo XX. Es común que en ciencia sea un sinónimo o haga referencia al método experimental, que se basa en la observación y la experimentación.

En palabras de Johannes Hessen en su obra, Teoría del Conocimiento (2007):
Para el empirismo no existe un caudal de ideas situado a priori en el pensamiento humano. La conciencia cognoscente no extrae sus contenidos de la razón, sino de la experiencia; el espíritu humano es una esencia, un vacio, una tabula rasa, una hoja en blanco donde se puede escribir, y quien escribe es precisamente la experiencia. Los conceptos que poseemos, incluyendo a los mas generales y abstractos, proceden de la experiencia. 
El empirismo puro o extremo, sostiene que solo existe el conocimiento a posteriori, es decir, solo el conocimiento obtenido con la experiencia. No existen conocimientos a priori, o innatos que se encuentran en nuestra mente escondidos, tal y como postula el racionalismo. Otras variantes, como la sostenida por el positivismo lógico, reconoce la existencia de conocimiento a priori independiente de la experiencia, como es la lógica y la matemática. Este debate sobre la fuente del conocimiento es uno de los problemas clásicos de la gnoseología, rama de la filosofía que estudia los fundamentos del conocimiento.

En la historia podemos encontrar que el empirismo es tan antiguo como el racionalismo. Es decir, muy antiguos. En el siglo VII a. C. (aprox.), Chārvaka Muni difundía en su escuela Lokāyata el empirismo, utilizado para refutar las ideas de reencarnación, los dioses, el alma y la moral basada en la religión; ideas que en la India del siglo VII a.C. dominaban el pensamiento teológico y filosófico. Algunos de los filósofos griegos más importantes también fueron empiristas. La mayoría de estos eran sofistas, estoicos, epicúreos, jónicos, atomistas o escépticos. Demócrito, Sexto Empírico y Aristipo de Cirene, entre otros, son ejemplos del empirismo antiguo. A pesar de encontrarse filósofos empiristas en la Antigüedad y en la Edad Media, es en los siglos XVII y XVIII cuando esta corriente toma mayor impulso.

Comenta Hessen:
Si estudiamos la historia del empirismo encontraremos en quienes lo sustentan una fuerte tendencia a las ciencias naturales; lo cual es comprensible, puesto que en estas ciencias es fundamental la experiencia; en ellas se procede a la observación minuciosa de los hechos, con objeto de llegar a una exacta comprobación; así que el investigador se entrega por completo a la experiencia.
Se considera a John Locke (1632-1704) el padre del empirismo moderno. Un combatiente de la teoría de las ideas innatas que, sin embargo, fue contradictorio en su argumentación; al mismo tiempo que afirmaba que no había verdades que no procedieran de la experiencia, aseguraba había verdades absolutas independientes de la experiencia y que son universalmente válidas. Ejemplo de verdades absolutas ajenas a la experiencia, decía, eran las matemáticas. Con este criterio, Locke aseguraba verdades a priori, lo que contradice las bases del empirismo.

El pensamiento de Locke fue ampliamente revisado y desarrollado a mayor profundidad por David Hume (1711-1776), quien divide el concepto de imágenes de Locke, en impresiones (sensaciones que tenemos cuando oímos, vemos, olemos…) e ideas (representaciones de la memoria y la fantasía, surgen de las impresiones). Con estas definiciones, Hume establece el principio: todas las ideas proceden de las impresiones y son solamente copias de las mismas. Con este principio, Hume descarta los conceptos de sustancia y causalidad "pues en ambos hace falta la intuición, esto es, la impresión correspondiente", escribe Hessen.

Sin embargo, al igual que Locke, Hume no fue capaz de explicar las matemáticas y la lógica como algo puramente empírico; aceptando que, por ejemplo, el teorema de Pitágoras o las matemáticas Euclidianas son verdades que no necesitaban de demostración empírica.

Una de las características del empirismo es su escepticismo metafísico. La superación de la experiencia, el conocimiento de lo suprasensible, es imposible. Este principio –junto con la observación y el hecho que la experiencia es necesaria para el entendimiento de la realidad- aun es aplicado en la ciencia moderna y en el pensamiento crítico; cuando se habla de cuestiones sobrenaturales, metafísicas y supersticiosas, como por ejemplo, la Percepción Extrasensorial, los ECM, el Alma o los dioses, son cuestiones que no se pueden conocer a raíz de la experiencia, es decir, no somos capaces de percibir nada evidente en los fenómenos suprasensibles. Tampoco podemos demostrar de manera objetiva su existencia. Si algo no puede conocerse ni demostrarse a través de la experiencia o la evidencia, ¿cómo asegurar que en realidad ese algo existe? La conclusión es que cosas como Dios o el Yo, son creaciones puramente humanas que explican una serie de experiencias y percepciones. Pero estas explicaciones no provienen de la experiencia ni de las percepciones, provienen de la invención creativa del hombre para justificar algunos hechos. De existir algo como Dios o el Yo, jamás nos enteraríamos y jamás conoceríamos algo verdadero de ello.

El empirismo puro vino a sustituir un extremo por otro, cuando suple al racionalismo puro. No todo conocimiento es únicamente cognoscible desde los sentidos. Ejemplo de ello son las matemáticas de Euclides. Este hecho hace que el empirismo radical sea autoaniquilante. Sin embargo, la aportación principal para la gnoseología y la filosofía de la ciencia por parte del empirismo, consiste en haber indicado con gran vigor la importancia de la experiencia en el conocimiento.

Hoy en día, podemos asegurar que existen conocimientos a priori y a posteriori, entendidos tal como Hume y otros empiristas lo entendían. Ejemplos del conocimiento a priori serían las leyes lógico-matemáticas que rigen todo, así como también el conocimiento innato que aportan nuestros genes para, por ejemplo, digerir una manzana. Aprender de manera bioquímica los pasos para digerir un alimento sería prácticamente imposible. Por esto, es que nuestro ADN nos provee de un "conocimiento" esencial para nuestra supervivencia. Y un ejemplo de un a posteriori: el aprender a hablar. 

Las diversas doctrinas empiristas se han topado con serios problemas que hacen difícil su viabilidad y exclusividad. En primer lugar, el empirismo es un criterio inadecuado para resolver el problema de demarcación entre ciencia y pseudociencia, al definir a la ciencia como aquel campo que solo admite datos o síntesis inductivas de los mismos. Hoy sabemos que las principales teorías científicas rebasan a los datos en su nivel de generalidad. En segundo lugar, el fenomenismo de los empiristas (la tesis que asegura que lo único relevante son las apariencias o el fenómeno, sea porque se postula que solo existen fenómenos y no la realidad en sí, o porque somos incapaces de conocer algo más allá de lo que perciben nuestros sentidos, es decir, los fenómenos, lo que acaba siendo una concepción subjetiva del conocimiento) niega explícitamente cualquier conjetura más allá de los datos sensibles, lo que deja fuera a los átomos, la evolución o los campos físicos (o "fuerzas" en física clásica) al ser inobservables, dejándolos al mismo nivel que los dioses y los fantasmas. Por último, ligado directamente al anterior, el escepticismo metafísico o la anti-metafísica de los autores empiristas echa por tierra conceptos filosófico-científicos como la causalidad, la realidad, el espacio, el tiempo, el cambio, la materia, la mente o la teoría científica, haciendo imposible la existencia de la investigación científica más allá de la simple investigación cualitativa recolectando datos en un vacío ontológico. Por estas razones, aunque históricamente los promotores del empirismo han sido también impulsores de la ciencia y la filosofía científica, el empirismo radical es una clara contrarrevolución del conocimiento.  

Diversos autores han buscado salvar algunas partes del empirismo. El más famoso en emprender dicho proyecto fue Immanuel Kant, aunque no descartó el fenomenismo de los empiristas, concluyendo que el ser humano solo es capaz de conocer el fenómeno (el cómo el mundo se presenta ante nuestros sentidos) pero jamás el nóumeno (el mundo tal cual es). Los positivistas lógicos, por su parte, mantuvieron el fenomenismo y la antimetafísica, siendo conocidos detractores de teorías científicas emergentes, tal como la teoría atómica, por referirse a entidades inobservables. Los primeros estudios en física cuántica también se vieron influidos por el fenomenismo, al considerar, por ejemplo, que lo único relevante en el estudio de los problemas cuánticos es aquello que puede medirse (como, por ejemplo, la posición de una partícula subatómica) mientras aquello que no se mide es porque no existe (al medir la posición de una partícula, no puede medirse al mismo tiempo su velocidad. Y no se puede porque no existe). La llamada Interpretación de Copenhague es a menudo criticada por rayar en el subjetivismo por estas características.

El papel del empirismo en la historia de las ideas es complejo, y ha valido a muchos estudiosos una vida completa, adentrándose en algunas de las problemáticas filosóficas más laboriosas, como la confrontación empirismo vs racionalismo, que en este espacio no se abordarán por ser una temática distinta y especializada.

En filosofía de la ciencia se cuenta con dos concepciones empiristas bastante estudiadas: el empirismo lógico (sinónimo de positivismo lógico) expuesto por el Círculo de Viena, y el empirismo constructivo propuesto por el epistemólogo Bas van Fraassen en oposición al realismo científico. Van Frassen asegura que la meta de la ciencia es ofrecer teorías que sean empíricamente adecuadas, y la aceptación de una teoría confirma la creencia en que dicha teoría es empíricamente adecuada. Para entender mejor el concepto, el Diccionario de Lógica y Filosofía de la Ciencia (2010), de Jesús Mosterín y Roberto Torretti, lo explica de la siguiente manera:

Van Frassen aclara que una teoría es empíricamente adecuada si y solo si "es verdad lo que dice sobre las cosas y sucesos observables en este mundo -o sea, si 'salva los fenómenos'." Con más precisión: "Tal teoría sostiene al menos un modelo en que caben todos los fenómenos actualmente existentes" (no solo los actualmente observados, u observados en alguna ocasión pasada o futura).
Sin embargo, según Mosterín y Torretti, el empirismo constructivo supone que "lo que son los fenómenos" está dado con toda claridad y sin equívocos (¿precientíficamente?) como un estándar al cuál las teorías científicas pueden adecuarse o no. Esto no se corresponde con la práctica científica, que consiste, entre otras cosas, en decirnos qué fenómenos hay, qué es en efecto eso que observamos, y las teorías que proponen los científicos tienen un papel decisivo justamente en el desempeño de esta función.

Véase también: Ciencia; CausalidadDavid HumeEscepticismo Filosófico; MetafísicaMétodo científicoNuevo EscepticismoPositivismo lógicoRacionalismoRealismo científicoTeoría científica.

Fuentes

* Teoría del conocimiento, por J. Hessen, TM Editores, DF, México, 2007.

* Diccionario de Lógica y Filosofía de la Ciencia, por Jesús Mosterín y Roberto Torretti, Alianza Editorial, Madrid, España, 2010.

* A la caza de la realidad, por Mario Bunge, Editorial Gedisa, Barcelona, España, 2007.

* "Empiricism", por Bob Carroll, The Skeptic's Dictionary.

Otras referencias

* Ensayo sobre el entendimiento humano, por John Locke, FCE, México, (1689) 2013.

*Tratado de la naturaleza humana, por David Hume, Tecnos, Madrid, España, (1739) 2005.

* La lógica de la investigación científica, por Karl Popper, Tecnos, Madrid, España, 1962.

* "Cómo ser un buen empirista: petición de tolerancia en asuntos epistemológicos", por Paul Feyerabend, 1963, en Filosofía de la ciencia, por P.H. Nidditch (ed.), Fondo de Cultura Económica, DF, México, 1975.

* "Dos dogmas del empirismo", por W.V.O. Quine.

* "Rationalism vs. Empiricism", por Peter Markie, Stanford Encyclopedia of Philosophy.

Entrada anterior: Empacho.

Siguiente entrada: Encantador de serpientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario